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El recurso de los violadores de Gisèle Pélicot podría obligar a la celebración de un nuevo juicio

Cinco de los condenados en Aviñón este jueves ya han apelado la histórica sentencia

Gisèle Pélicot.
Gisèle Pélicot habla ante los medios de comunicación en el Tribunal de Aviñón, este jueves.EFE
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El impacto a corto plazo del juicio a los violadores de Gisèle Pélicot, cuya condena se dictó este jueves, puede resumirse con la historia de Youssef. Muchos de los 50 condenados por haberla violado cuando estaba inconsciente iban a tomar café a su bar, situado cerca del Palacio de Justicia de Aviñón, donde se les empezó a juzgar en septiembre. A medida que el juicio avanzaba, Youssef se hizo preguntas, a mitad del proceso le pidió perdón a su mujer, hace unas semanas les dijo a los todavía acusados que ya no les servía más, y este viernes acogió a un grupo de feministas españolas, que van a la ciudad a participar en una manifestación a favor de Gisèle Pélicot.

Al principio del juicio la gente lo llamaba "el bar de los violadores". Hoy es "el bar de las feministas". "Mi madre me ha llamado para darme las gracias", explica este francoargelino, quien detalla que, con 86 años, ella se separó hace cinco de su padre, porque la maltrataba. Aviñón se ha convertido en ciudad símbolo del combate de Gisèle Pélicot, la mujer a la que su marido, Dominique Pélicot, drogaba para ofrecerla a otros 50 hombres, todos declarados culpables este jueves en una sentencia histórica.

El juicio acaba en Aviñón, pero la sede de la segunda parte podría trasladarse a Nîmes, también en la Provenza, donde se encuentra el Tribunal de Apelación. Hay ya cinco de los 50 condenados que van a recurrir la decisión. El fallo de este jueves fue, por tanto, un punto y aparte. El llamado "juicio Pélicot" puede no haber acabado.

En total, los 50 hombres fueron condenados a más de 400 años de prisión, con penas que van de los tres a los 15 años, salvo Pélicot, condenado a 20, la máxima. Son más bajas que las que había solicitado la Fiscalía (más de 600 años en total). Hay seis condenados que están en libertad, porque parte de la pena no la tienen que cumplir en prisión y, al no tener antecedentes, pueden hacerlo con brazalete electrónico.

Uno de los hombres que ha recurrido su sentencia es Redouane E. F., condenado a ocho años de cárcel por violación agravada, cometida en reunión y estando la víctima bajo sumisión química. Trabajaba como enfermero anestesista y quería adoptar un hijo antes de que comenzase el juicio. Durante el mismo, ha defendido una teoría según la cual, dice, todo este caso es un complot entre Dominique y Gisèle Pélicot para ganar dinero. Los otros acusados le llaman "el tarado" o "el complotista".

Otros de los que ha recurrido es Ahmed T., quien alega, como el ya mencionado, una alteración del discernimiento. Dicen que fueron manipulados por Pélicot. El Tribunal desestimó esta posibilidad en su sentencia dictada el jueves.

Si hay muchos acusados que recurren, esto obligará a iniciar un segundo proceso. Tienen 10 días para hacerlo. En tribunal competente está Nîmes, cerca de Aviñón. Gisèle Pélicot, convertida en icono mundial tras este juicio, "no tiene miedo de un segundo proceso", el cual será con jurado popular, ha declarado este viernes su abogado, Stéphane Babonneau, a France Inter.

Dominique Pélicot no ha tomado aún la decisión, según su letrada, Beatrice Zavarro. Este fue condenado a la pena máxima, 20 años, que siempre dijo que aceptaría, aunque debe cumplir dos tercios en la cárcel. A sus 72 años, esto podría motivarle a recurrir la sentencia también.

Se celebre o no un nuevo juicio en Nîmes, Aviñón ha quedado marcada por el que se acaba de cerrar. Las calles están llenas de pinturas de Gisèle Pélicot y mensajes de apoyo. Este viernes, grupos de feministas participaron en una manifestación en esta ciudad de la Provenza, en apoyo a ella y en protesta por las penas, consideradas por muchos bajas, a los acusados. Entre ellas, hay un grupo de más de medio centenar de mujeres llegadas de España que reservaron en el bar de Youssep para cenar. El bar que cambió de nombre y es ahora "el de las feministas".