Siempre que se compra una vivienda antigua, asaltan dudas sobre qué tirar y qué conservar en ellas. A veces priorizamos los espacios o nuestra forma de vida y esto nos lleva a eliminar todo vestigio del pasado. 

Soy interioristas y, te adelanto, hay cosas por las que no estoy dispuesta a pasar cuando tengo que reformar una vivienda antigua. Hoy quiero contarte cuáles son para así ayudarte a que veas la vivienda como un lugar lleno de historia y te ayude a decidir por donde empezar... ¡Allá vamos!

10 cosas que, como interiorista, nunca haría en una vivienda antigua

Obras de la artista Asela de la galería Helarea

 

 

 

Foto: Reallab Studio Proyecto: Lumier Casas Boutique Obras de la artista Asela, de la galería Helarea

1. Cambiar los suelos

En el caso de que estén bien y se puedan cepillar y barnizar, yo siempre opto por mantener los suelos originales. No tiene que ser en todas las zonas, pero sí en las que el suelo se vea más y esté espectacular. Por ejemplo, en la entrada o en el salón me parece que es importante porque solo el suelo ya te explica mucho sobre la vivienda

2. Poner ventanas de aluminio

Pese a lo que otros profesionales puedan opinar distinto, mi experiencia en el norte es que es mejor cambiar las ventanas (si es necesario) por unas de PVC efecto madera que por unas de aluminio porque se producen muchas menos rupturas por puente térmico en viviendas antiguas. 

Cornisas en el dormitorio
Foto: N. Manso Estilismo: Pete Bermejo Interiorismo: Kelly Deco

3. Quitar las cornisas

Al igual que pasaba con los suelos, en mi caso, si hay cornisas o se dejan o se replican. A Aparte de que soy una gran enamorada de este elemento decorativo, lo cierto es que las cornisas le dan el toque elegante y lujoso a una vivienda sin ocupar espacio, así que ¿por qué habría que quitarlas?

4. Cambiar de sitio las escaleras… aunque se pueda

Esto es muy personal, como no soy estructurista y, aunque siempre me llevo a un buen equipo a obra, lo cierto es que cambiar de sitio, las escaleras suele ser jugar con fuego y a mí me encanta el calor, pero quemarme no me gusta. Si puedes, evita quitar las escaleras y cambiarlas de sitio, piensa que la vivienda lleva muchísimos años apoyada en los mismos puntos y que cambiarlos va a hacer, inevitablemente, que todo se mueva. 

5. Buscar imitar lo que había, sin invertir dinero en ello

La mayor parte de las veces que veo una reforma horrible, suelen ir acompañadas de obras sin amor que se llevaron a cabo buscando imitar lo que había en la vivienda, pero sin gastarse dinero en ello, eso hace que los diseños sean malos, que los materiales sean de baja calidad y que, en general, la vivienda sea un quiero y no puedo.

Si no tienes dinero para dejarla como antaño, entonces es mejor que rompas la estética utilizando un estilo moderno de líneas rectas y simples, más económico. 

6. Bajar los techos

Si bien es cierto que hay zonas donde es buena idea bajar un poco los techos, también es cierto que si hay techos altos siempre opto por conservarlos, porque el techo alto es lujo y es respiración. Me explico mejor: la sensación cuando estás en una estancia con techos altos es de aire, la estancia respira, tiene espacio, puede ser pequeña, pero si sus techos son altos, la sensación nunca será de pequeña.

7. Mantengo las contraventanas

Las contraventanas son esas planchas de madera que están o por dentro o por fuera de los cristales en las viviendas y que evitan que pase la luz hacia el interior de la misma, además de aislarla de las inclemencias del tiempo. A mí me encantan, personalmente, pero además le dan fuerza a la vivienda y la hacen muy especial y peculiar, por eso, siempre que me es posible, las mantengo. 

antes salon con ventanales antiguos
Foto: Estudio NEXT Arquitectura

8. No cambiar las tripas

Al igual que no cambio muchas cosas, las tripas son de eso que siempre, siempre, toco. Nunca hago una reforma sin tocar las tripas. Con tripas me refiero a la fontanería y la electricidad de la vivienda, siempre, por mucho que nos digan que esta "es de hace poco" o que "han ido cambiando cosas con el tiempo" hay que revisarlas y, tras mi experiencia, confirmo que sale más económico cambiarlo todo que andar buscando y arreglando trozos. 

9. No dejar vestigios del pasado

Para mí, las viviendas tienen la energía de quien vivió en ellas y por eso me gusta regalarles un trocito de lo que fue en forma de elemento decorativo, de iluminación o accesorios.

Por supuesto, si al picar nos encontramos con una preciosa pared de ladrillo macizo o de piedra que esté en buen estado, intentamos limpiarla y dejarla vista. Pero, además, si puedo conservar algún grifo, alguna lámpara, algún elemento decorativo que encuentre como una vasija, un jarrón, macetas o botellas, siempre lo conservo y lo pongo en un lugar destacado. Es como un homenaje a lo que fue. 

Incluso si consigo conservar un trozo de moldura y de papel antiguo, me encanta enmarcarlo y colgarlo en la entrada o en las escaleras de la vivienda, como homenaje a quien allí habitó.

Muebles antiguos salón comedor
Foto: Foto: Biderbost Estudio: Ainhoa Ibarreche

10. No limpiar la energía antes de comenzar las obras y al terminarlas

Si has leído bien, habrás visto que la energía es algo importante para mí, por eso cuando llegamos a una vivienda antigua es de lo primero que trabajamos. Incluso tengo clientes recurrentes que me llevan a ver los pisos que están pensando en comprarse para que les diga, no solo el nivel de obra que tienen y sus posibilidades, sino también si la energía es buena, mala, está viva y activa o estancada. 

Es por ello que antes de empezar las obras siempre limpio la energía de la vivienda con Salvia y Palo Santo y lo vuelvo a hacer antes de entregarla al cliente, para que lo que estuviera estancado se vaya y lo que se haya removido se apacigüe. 

Ahora sí, disfruta de la reforma y de tu nuevo (antiguo) hogar.